12 DE DICIEMBRE: DECIAMOS AYER MALAGA HOY
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El Museo de Málaga abrirá 19 años después de la manifestación que reclamó la Aduana para la ciudad
Después
de meses (¿años?) de apuestas, dudas y especulaciones acerca de la
fecha de la inauguración del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana,
finalmente la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, despejó ayer la
incógnita: será el próximo 12 de diciembre cuando el equipamiento abra
sus puertas y permita a malagueños y turistas visitar (de manera
gratuita para todos los ciudadanos de la UE) sus colecciones del Museo
de Bellas Artes y del Museo Arqueológico, con 2.000 y 15.000 piezas
respectivamente. La elección de la fecha no es baladí: fue un 12 de
diciembre de 1997, hace 19 años, cuando la plataforma La Aduana para Málaga
convocó la histórica manifestación que reclamó en las calles el uso
museístico del edificio (después vinieron más, pero aquel fue el órdago
que puso todas las cartas sobre la mesa), así que la apertura, tal y
como apuntó Aguilar ayer en el mismo inmueble durante un encuentro
celebrado con delegados de medios de comunicación de la ciudad, debe
entenderse como un homenaje "a quienes salieron entonces a la calle a
pedir un museo en la Aduana y a quienes han seguido luchando desde
entonces". La consejera ha esperado a sólo tres semanas antes para
indicar dónde hay que señalar el calendario en rojo, entre otras
razones, por la posibilidad de confirmar la presencia de los Reyes de
España en la puesta de largo; esta confirmación no era ayer sin embargo
todavía posible, pero Aguilar aseguró que, por parte de la Junta de
Andalucía, "no vamos cejar en el empeño". De cualquier forma, éste es el
preciso instante en que termina una historia y empieza otra: el Consejo
de Gobierno aprobará hoy el decreto por el que se crea el Museo de
Málaga como servicio administrativo con gestión diferenciada. Es decir,
la criatura ha venido al fin al mundo. Ya sólo queda mostrarla.
Lo que los visitantes podrán contemplar y descubrir
desde el 12 de diciembre en los 14.500 metros cuadrados útiles (de un
total de 18.000 construidos) del Museo de Málaga, distribuidos en cuatro
plantas, no es otra cosa que el ADN cultural de la ciudad: el
patrimonio que, a modo de identidad, le es propio. Un patrimonio que
lleva veinte años fuera del alcance del público (las viejas sedes del
Museo Arqueológico y del Bellas Artes cerraron respectivamente en 1996
en la Alcazaba y en 1997 en el Palacio de Buenavista, señalado entonces
como sede del Museo Picasso), conservado en las dependencias que la
Consejería de Cultura habilitó en el Parque Tecnológico de Andalucía
(tras una primera custodia en el Palacio Episcopal), objeto de la
restauración necesaria y sometido a una enorme dosis de paciencia a la
espera de resoluciones políticas. Este patrimonio se asienta ya en el
que es el mayor museo de titularidad estatal y gestionado por la Junta
en toda Andalucía, rehabilitado en virtud del proyecto arquitectónico de
Fernando Pardo Calvo y Bernardo García Tapia con un presupuesto de 34
millones de euros invertido en las obras que se prolongaron desde 2009
hasta 2011. Aquel proyecto rescataba, entre otros elementos, la antigua
cubierta a dos aguas de la Aduana que se perdió en el incendio de 1922
(adaptada, eso sí, a una arquitectura plenamente contemporánea) y
proponía intervenciones en el viejo edificio a partir de maderas ya
espléndidamente visibles. Tras la intervención urbanística en el entorno
del museo (solicitada por el Ayuntamiento al Gobierno y realizada en
2012) y las ejecuciones correspondientes, el Museo de Málaga se
convirtió en lo que debía ser: el mejor contenedor posible para el
discurso museístico que su directora, María Morente, había venido
desarrollando pormenorizadamente desde el mismo 2005. Un discurso que
refuerza la idea del museo como carta de presentación de la ciudad y
como herramienta definitiva para que los malagueños conozcan de una vez
cuál es el suelo que pisan.
El Museo de Málaga no es, ni mucho menos, una
invención presente. El centro nació ya con esta denominación en 1973,
cuando se agruparon administrativamente el Museo Provincial de Bellas
Artes, vinculado histórica a la Real Academia de Bellas Artes de San
Telmo (su mayor proveedor desde los tiempos de la desamortización), y el
Museo Arqueológico. Ahora, la unificación física en la Aduana hace al
fin honor al espíritu primigenio e invisible del Museo de Málaga. El
visitante disfrutará así de un asombroso recorrido arqueológico que en
más de un 50% se revela como inédito, ya que aproximadamente la mitad de
las piezas expuestas han aparecido en los últimos veinte años. El
propio Palacio de la Aduana, como zona arqueológica, ostenta gran parte
del protagonismo desde la escultura romana que recibe a los visitantes
en el mismo acceso del museo y que apareció en una excavación practicada
en el mismo edificio; pero también la colección Loringiana, así como la
de Villacevallos (originaria de Córdoba y adquirida en su mayor parte
por los Loring) y otros fondos, añaden contenidos a una historia
milenaria que trazan las primeras poblaciones humanas de las Cuevas de
la Pileta, Ardales y Nerja, los monumentos megalíticos de Antequera, la
colonización griega y sus efectos adyacentes (como la
espectacular revisión de la tumba del mercenario griego encontrada en la
calle Jinetes) y los testimonios romanos, bizantinos, paleocristianos,
visigodos e islámicos, vertidos desde un preclaro interés pedagógico. El
Museo de Bellas Artes, por su parte, brinda su génesis en la
desamortización de los Conventos de Santa Clara y la Merced y, tras una
mirada a la imaginería barroca que prendió entre los siglos XVI y XVIII,
se asienta en la Escuela Malagueña del XIX a través de un discurso
temático y de figuras como Carlos de Haes, Bernardo Ferrándiz, Denis
Belgrano, Moreno Carbonero, José Nogales, Enrique Simonet, en perpetuo
diálogo con las influencias nacionales gracias a las jugosas
aportaciones del Museo del Prado, hasta llegar a las vanguardias y los
artistas de la Málaga contemporánea.
Afirmó ayer Aguilar: "En 2005, un Gobierno tuvo
sensibilidad para escuchar lo que Málaga decía y respondío. Después,
otro Gobierno continuó y lo ha culminado". Hoy, sin embargo, empieza
todo.
El Gobierno unifica administrativamente el Museo de Bellas Artes y el Arqueológico: nace el Museo de Málaga.
Tras el cierre de las sedes de los dos museos, la manifestación organizada por la Plataforma La Aduana para Málaga pide en la calle el uso museístico del edificio para la exhibición de los fondos.
Después de ocho años de enfrentamientos, el Gobierno y
la Junta alcanzan un acuerdo: la Subdelegación del Gobierno se traslada
desde la Aduana al edificio de La Caleta mientras la Junta asume la
gestión del Convento de la Trinidad para un uso cultural. Queda
despejado el espacio para el museo.
Comienzan las obras de rehabilitación del edificio
con un presupuesto de 34 millones de euros, después de la adjudicación
del proyecto arquitectónico a Fernando Pardo Calvo y Bernardo García
Tapia, la aprobación de la intervención en 2007 y la licitación en 2008.
La reclamación por parte de la Gerencia de Urbanismo al Gobierno para
la reforma del entorno del Palacio de la Aduana y su ardua resolución
provocan un retraso de un año, hasta que los trabajos terminan en 2011.
Culminado el museo, el Gobierno transfiere a la Junta la gestión del equipamiento.
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